top of page

La protesta: arma de visibilización

Actualizado: 18 oct 2023

Estoy segura, de que si te digo la palabra protesta vas a imaginar un alboroto callejero, piedras, palos, gente de dos bandos peleando y desmanes en las calles, y sí, una protesta tiene estos elementos de cajón, pero pensar y analizar más allá de lo que vemos en noticieros y redes sociales es esencial, para conocer de qué va el acto de protestar y alzar la voz ante las injusticias.



Como soy una maniaca del diccionario, me gusta siempre empezar con los conceptos claves para el desarrollo de estas líneas y opinión.

La RAE nos da la siguiente definición de protestar:


protestar

Del lat. protestāri.

1. tr. Declarar o proclamar un propósito.

2. tr. Confesar públicamente la fe y creencia que alguien profesa y en que desea vivir.

3. tr. Com. Hacer el protesto de una letra de cambio.

4. intr. Dicho de una persona: Expresar, generalmente con vehemencia, su queja o disconformidad.

5. intr. Aseverar con ahínco y con firmeza. Protestar DE su honor.

6. intr. Expresar la oposición a alguien o a algo. Protestar CONTRA una injusticia.


Reuniendo los enunciados anteriores y las acciones cotidianas, protestar es, por tanto, el acto de expresar de manera firme el descontento, queja o disconformidad, oponiéndose a lo que está dicho, hecho o decretado desde la otra parte.


Es un verbo que nos es muy familiar desde los primeros años de vida, y que, como todo, a medida que pasa el tiempo se efectúa con más y mejor poder de convicción.

¿O ya no se acuerdan de cuando protestábamos en casa contra nuestros padres o demás familiares, para expresar nuestro descontento en alguna situación que a la edad del burro nos perturbaba? Tú y yo lo sabemos.



Cuando crecemos y formamos nuestro criterio, sabemos que hay situaciones que nos parecen inadmisibles en nuestra propia vida y no se diga, de manera colectiva; hechos y casos que se convierten en una marea de injusticias y opresión contra un pueblo cansado y magullado.


Hablemos de derechos

Ecuador, en su Constitución, manifiesta en su sección segunda, organización colectiva: Artículo 98, Derecho a la Resistencia y Oposición, que:

- Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos.


Es decir, en pocas palabras, el pueblo cuenta con el derecho de ejercer descontento, protesta y resistencia en cuanto observe que sus derechos o los de alguien más, se vulneran.

Y es que no hay nada más obvio.


Según mi modo de ver el panorama, hasta aquí estamos clarísimos, pero desde este punto, la situación se vendría a ramificar en un abanico de posibilidades, porque, así como somos individuos variados y diferentes, nuestras acciones también lo son.


Expresar de manera respetuosa y pacífica es la primera opción. Movilizarse o marchar en colectivo, hacer el uso de materiales como pancartas, megáfonos, discursos y cánticos resulta favorable para alzar la voz ante un descontento, pero, ¿Qué sucede si pasa desapercibida dicha protesta, para las autoridades que deberían ser competentes? ¿Qué pasa si el mensaje resulta incompleto o inconcluso? ¿Qué ocurre cuando las voces no son suficientes? Sí, ya lo sabes.



Ahora, añade a esto, ciertos factores como, el cierre del tránsito en distintos sectores que incomodan a quienes no se movilizan hacia la misma protesta o a quienes ignoran por completo la causa o el mismo acto. Añade una vez más, un pensamiento cerrado y curuchupa, de quienes ven hasta con ojos de rechazo, burla e incomprensión, a quienes hacen uso de los derechos de los artículos 96 al 99 de la constitución de la república.


Donde las papas queman

La idea siempre será poner en la mesa, poner en descubierto, expresar una inconformidad de manera abierta hacia algo que no beneficia a un colectivo o a una sociedad entera, así que cuando la autoridad competente, no se pronuncia al respecto, demora en sus gestiones, promete y no cumple, manipula información y juega con la dignidad de un pueblo subyugado, las cosas pasan de mal a peor.


Es allí, cuando la indignación, la impotencia y la incertidumbre, despiertan la furia de todo un pueblo que ya viene escuchando mentiras, aceptando de manera obligatoria cada régimen y cada imposición en contra de su derecho a la libertad. Lo certero es hacer bulla, y de la buena.


Levantarse contra una imposición que lo único que trae es más dolor a un pueblo, es derecho absoluto, aunque esto traiga consigo, un caos.


Las manifestaciones o protestas duras, donde el diálogo quedó obsoleto y no se ajustó nunca a remediar una situación, se convierte en una pugna que a veces parece no terminar; es allí cuando el pueblo cegado de dolor e impotencia reacciona desde sus instintos y emociones, con piedra y palo a la mano, porque la indignación no permite ver más opciones viables ante tan estratosféricas injusticias.


Nunca justificaré la violencia, pero te digo algo: qué fácil es ver las cosas desde la comodidad, cuando no te afecta directamente a ti, cuando se ve desde la ventana y no desde la cruda realidad de quienes viven vulnerados por décadas.


Ante estas movilizaciones, la autoridad se ve obligada a mantener el control poniendo a sus elementos a frenar estos desmanes y desastres, creando más caos que trae consigo abuso de poder y noticias trágicas como asesinatos y pésimos tratos a sus semejantes.


Lo que comenzó como un derecho, se convierte en dictadura.


Abuso de poder

Si la protesta sirve como arma de visibilización, imagínense lo que también alcanzamos a palpar con ello: un abuso de autoridad nefasta, donde tras el escudo de mantener el orden público se cometen actos repugnantes hacia quienes más por impotencia, que por derecho y cansados de ser burla de los altos mandos, salen a las calles a defender a los suyos y a su patria.


Colombia hoy pasa momentos extremadamente difíciles, después de un mes de protestas y manifestaciones en contra de la reforma tributaria. Momentos donde han vivido en carne propia la maldad de quienes eligieron como mandatarios, momentos de extremo dolor al ver a sus familiares caer ante las balas de quienes juraron protegerlos, en manos de quienes, por un sueldo, deben dar la espalda a sus raíces y sus convicciones y arriba, en la cúpula solo se lavan las manos, comen langostinos y planean como aplacar a su gente, para tenerlos tranquilos por un rato más y seguir en marcha con sus reformas anticonstitucionales.


O recordemos octubre de 2019 en Ecuador, cuando el pueblo en su mayoría indígena, salió a defender su libertad y su dignidad ante los decretos del flamante presidente de turno, que sólo reaccionó a hablar y “negociar” después de que el pueblo se tomó la contraloría, edificios estatales y canales de tv como arma de llamado de atención.

Entre otros enfrentamientos, que hasta hicieron correr a los mandatarios que se creían dueños de todo un territorio y de todo un pensamiento.


Y si de colectivos hablamos, es historia similar con el feminismo y su misión de generar equidad en una sociedad misógina; la comunidad LGBT+ y su finalidad de ser aceptados con normalidad y equidad dentro de una sociedad llena de prejuicios; los colectivos ecologistas, animalistas, etc., que con protestas pacíficas y no tan pacíficas, alzaron la voz al sentirse vulnerados, reiteradas veces, con acciones francas y llenas de dolor, hasta por fin ser escuchados, incluidos y aceptados no solo a nivel social, sino a nivel legislativo.


Vulneración que trae más vulneración


Impedir por parte del estado y el ejecutivo, el ejercicio de la resistencia, vulnera más derechos como: el derecho a la organización colectiva, libertad de asociación, derechos colectivos de los pueblos originarios y la participación ciudadana.


Así que después de mandar a callar a un pueblo, los siguen vulnerando hasta el punto del asesinato y el abuso colectivo por medio de granadas de gas lacrimógeno, golpes, aprisionamiento y más. Una sociedad que, por enésima vez, se desploma, se divide y se sumerge en la miseria.


Responsabilidad de todo un pueblo

Así como el pueblo cuenta con el derecho a protestar y a alzar la voz ante las injusticias, tiene distintas responsabilidades a cumplir y a llevar a cabo para su mismo crecimiento.


Tenemos la responsabilidad entera de saber a cabalidad quienes postulan para ser nuestros líderes no solo a nivel nacional, sino a nivel provincial, cantonal y parroquial, tenemos la responsabilidad de indagar, leer, informarnos de quienes son, sus propuestas, de hacer un FODA mental y crítico de cada uno y asimilar desde nuestra realidad y la de nuestros semejantes, si lo que profesa, es cumplible y asegura un bienestar común.


Tenemos la responsabilidad de hacer un seguimiento de quien toma la batuta e informarnos de los distintos cambios que se realicen en nuestro entorno, sean estos favorables o no, para tomar decisiones individuales y colectivas.


Si nos movilizamos por un bien común, o si nos sentimos vulnerados, no es sólo ir a gritar al frente de un edificio lleno de guardias y policías, sino alzar la voz sosteniendo una propuesta a cambio, para negociar un bienestar que involucre a todos y así no llegar al caos que mencionaba antes.


La responsabilidad que tenemos, también involucra a las nuevas generaciones, de mantenerlas informadas y permitir dentro de los hogares y centros educativos, el desarrollo de un pensamiento crítico en cada estudiante, en cada cabeza, para asegurar un futuro de cambio y por fin romper con la maldición de unos cuantos muy sabidos y otros cuantos muy ingenuos.


Nuestra responsabilidad no es más, que generar un entorno de paz, por nuestra tierra, por nuestros hijos y nietos, por nuestra naturaleza, por el bienestar integral.


Si no leemos, no nos informamos, le ponemos más atención al meme que al artículo de noticias, si le ponemos más atención al mundo virtual, que al real, si le ponemos atención a lo que vive el influencer, que a la gente que vive una realidad llena de carencias e injusticias, entenderemos al fin el mundo que habitamos y querremos ser parte de una voz de cambio. Dejaremos al fin, de ser entes sin gracia, a ser personas llenas de humanidad y empatía. Eso cambiaría la historia de toda una nación, porque siendo responsables y conscientes, no dejaremos que nos gobiernen los mismos de siempre.


Y aunque la política sea negociada suciamente por debajo de la mesa, es nuestra responsabilidad estar al tanto de todo movimiento para saber cuándo actuar, porque si de algo estamos seguros, es que ante un pueblo unido, inconforme y enfurecido, nadie ha salido victorioso.


La Lora Protestante,

digo, Mojada


Komentar


SUSCRIBETE Y RECIBE LAS ÚLTIMAS NOTICIAS VÍA E MAIL

la lora mojada

—Pngtree—black feather_334384.png

¡Gracias por ser parte!

© 2020 by La Lora Mojada. Todos los Derechos Reservados.

bottom of page