El poder del "arte de las musas"
- La Lora Mojada
- 19 oct 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 18 oct 2023
Hace vibrar tus sentidos, cuerpo y espíritu. El poder de la simbiosis entre el corazón y el intelecto, que resuenan en ondas sonoras magníficas.

No comienzo este post diciéndote que la música es lo más importante de la vida. Sino, más bien, de la misma forma cansona de siempre, diciéndote, que lo más importante (no sé si para ti, pero para mí, sí que lo es) son las emociones y el valor que le damos a las personas, situaciones y cosas.
Y justamente, allí parte todo este tema, porque hemos olvidado en algún momento del tiempo y de la historia, el valor real de lo que nos rodea. Y te hablo de los dos bandos: lo que está infra y lo que está sobrevalorado en ciertas situaciones.
Entre esas cosas, está la música y en este artículo, vamos a desnudar esos diapasones, teclas, cuerdas, así como cada tonada, porque la música, esa que, a veces ni la palpamos como se debe, tiene un poder infinito.
Sonidos desde siempre
Desde que estamos creciendo dentro del vientre de nuestra madre, comenzamos (en mayoría) a percibir sonidos. Al crecer, notamos las palabras, frases, tonalidades y musicalidad de cada expresión según nuestro estado de ánimo, por eso reconocemos el tono de voz de alguien enojado, triste, alegre, etc. Ahora, agrégale a esto, que la música nos despierta en el cerebro la orden o el deseo de mover nuestro cuerpo con su compás. ¡Esto es divino! A raíz de ello, también existe la danza.
Vámonos más atrás
No hay un origen específico, ni conocido de la música, pero podemos inferir, que apareció al elevar o prolongar los sonidos del lenguaje, es decir, que el primer instrumento musical, fue nuestra voz. Teoría científica sostenida por Rosseau, Gottfried y Spencer, filósofos y sociólogos.
En la Antigua Grecia, se vio la necesidad de comunicar los sentimientos, experiencias y emociones, así que nacieron las tragedias griegas, donde predominaba la voz humana ante instrumentos de la época como la flauta de pan o el arpa. Además de usar zapateo y sonidos con las manos.
La palabra música procede de la expresión latina “ars musica” , que es una copia del griego “mousiké téchne” que quiere decir “arte de las musas”.
Es importante recordar que las musas son divinidades femeninas que presiden las artes y las ciencias, e inspiran a los filósofos y a los poetas.
Una pequeña reflexión sobre esta palabra:
La etimología de la palabra música nos muestra que las palabras son como cápsulas del tiempo. Ya que, al cabo de miles de años todavía encierran la memoria de los pueblos que las crearon y de su forma de vivir y entender el mundo.
El famoso filósofo Platón solía afirmar que “de la misma forma en que la gimnástica sirve para fortalecer el cuerpo, la música es el vehículo para enriquecer el ánimo”
Nuestros antecesores, los Cañaris e Incas, comunicaban por medio de la música, la adoración a sus dioses, a sus tierras, también a sus antepasados con cánticos y melodías fúnebres, etc.
Por allí, después junto con el catolicismo que siguió creciendo la música sagrada y los distintos cánticos para alabar a dios, así como comenzó a nacer el lenguaje musical, mediante símbolos para la entonación de los instrumentos.
Por eso, entre 992 y 1050, Guido d’Arezzo creó el primer sistema de escritura musical que consistía en transcribir símbolos que representaban una escritura. Así, por primera vez en la historia, se pudieron indicar todas las alturas de las notas musicales.
Guido llamó ese sistema ‘tetragrama’ ya que las notas musicales se desarrollaban en una red de cuatros líneas paralelas. Este sistema fue el precursor del moderno pentagrama y de las notas musicales que utilizamos hoy en día.
Basta de historia: ¿Cuál es el poder de la música?
Bueno, como decimos en Colombia: “blanco es, gallina lo pone” más claro, imposible.
La música es uno de los tesoros que el Universo nos otorgó a los seres humanos. Sólo piensa, lo que nuestro cerebro tuvo que evolucionar, para que a través de experimentos primitivos, el desarrollo de nuestro sistema límbico (emocional) y los sentidos, podamos expresar con sonidos lo que yace en lo profundo de nuestra alma. Simplemente: WOW
Y es que bien sea, por medio de nuestra voz, con el canto, sea por la entonación de los instrumentos o por las letras que la acompañan, la música vibra alto en nuestro espíritu, despierta aprendizajes, acompaña momentos y hasta ha desatado controversia a lo largo del tiempo.
Hay una parte de todo esto, en la que no puedo evitar disgustarme, y es, precisamente, que hoy por hoy, se considere a la música, como algo trivial, banal o algo que está por estar. Seguramente, tú y yo, que somos más sensibles y que nuestra mente va a mil por hora, lo sentimos así.
Es ahora, una asignatura de relleno, una carrera mal pagada, una afición que desperdicia tiempo, algo que se toma a la ligera, letras que carecen de sentido y respeto, algo que podemos digitalizar, dejar de sentir, dejar de vivir.
Está comprobado de manera científica, que el aprendizaje o acercamiento a la música, potencia otros aprendizajes como las matemáticas o las lenguas, que beneficia y estabiliza nuestro estado de ánimo, que impulsa el aprendizaje a estudiantes con cuadros de autismo, TDAH, depresión, etc. Así como aliviar cualquier dolencia física.
¿Aún dudas del poder que la música rige en nuestra existencia?
Es cuestión de química
El poder que ejerce la música en nuestro cerebro, es digno de ser estudiado.
Esa canción, melodía o letra que resuena en tus oídos y que no puedes dejar de escuchar, la piel se te pone de gallina y sientes placer, tiene una razón química: dopamina.
La dopamina es una sustancia química que sirve de neurotransmisor, para entendernos mejor, un mensajero que envía señales a otras partes del cuerpo provocando así ciertas respuestas. Esta sustancia puede ser producida en diferentes partes del cerebro, no solo en los seres humanos, sino también en otros animales.
Niveles bajos de dopamina, hacen que suframos de distintos problemas como: fatiga, falta de motivación, procrastinación, tristeza, dificultad para sentir placer, sentimiento de culpabilidad, problemas de concentración y pérdida de interés en general.
Así que la música, nuestra amada compañera, nos ayuda a incrementar el nivel de dopamina, haciendo que estos problemas se disuelvan.
Por eso, es que nos sentimos mejor escuchando canciones tristes, cuando estamos tristes.
La música nos permite canalizar esa energía negativa de mejor manera, también es por ello, que tenemos distintas terapias musicales para tratar problemas de baja dopamina.
Es cuestión de química.
Favoritos vs favoritos
Aquí, creo yo, que son numerosas las disputas, porque “lo que nos gusta a unos, no siempre le gusta al resto” y de seguro te ha pasado, que estás en casa de tus amigos, primos o hermanos y no se ponen de acuerdo en qué poner en el Spotify o YouTube (dudo que sigas usando CD, cassetes o radio) porque cada quien tiene sus preferencias y gustos musicales.
A uno le encanta el reggae de UB40, otrpo prefiere el rock ochentero de Soda Stereo, a otro le gusta las melodías pegajosas de Daddy Yankee y a ti te fascina Silvio Rodríguez y la trova. Así podemos hacer una lista eterna.
Si manejamos todo en un marco del respeto (que nunca me cansaré de decirte cien mil millones de veces) funciona a la perfección, porque, así como colores, caras y flores en el mundo, hay gustos diferentes y de su mano, las preferencias musicales.
Creciste con algo en especial, te recuerda tu niñez, te hace bailar, te permite concentrarte y trabajar, te ayuda a sanar esa dolencia, te acerca a tu tierra, te recuerda a alguien especial, te hace vibrar y cantar a todo pulmón, expresa tus ideas y cosmovisión, etc. Todo puede desatar preferencias en cuanto a música, así que, no se vale juzgar.
Pero fielmente creo, que ha habido una decadencia insólita en cuanto a contenido y composición, es como cuando tomas la fruta madura y al hacer zumo, te das cuenta que está dañada y el jugo no sirve más. Las letras de hoy, la carencia de sentido tanto lírico, como de respeto, la connotación comercial que se le ha venido dando a uno de nuestros más preciados tesoros, simplemente asusta.
Temas misóginos y letras que escuchan nuestros niños y corean libremente, repitiendo barbaridades, que pululan en fiestas "infantiles", que son fondo "perfecto" para el tiktok, efectos que parecen nulos, hasta que la inocencia y los valores inculcados, se van desvaneciendo junto con las sucias tonadas de moda.
Ahí, es cuando digo que hay cosas infravaloradas y otras sobrevaloradas. El sentido profundo y original de la música, se ha perdido en el tiempo, siguen siendo melodías que atrapan, pero de un modo que no comparto y que siento, a modo personal, que no aporta en nada más que en el consumismo exagerado de modas y tendencias digitales. Se perdió el bolero, el pasillo, el folklore, se perdió el poema, la prosa y la caricia cantada, se perdió la protesta y la voz alzada, se perdió el querer lanzarse al frenesí de entonar un instrumento con el corazón, más que con los dedos, se perdió la melodía real.
Te invito a desconectarte un momento, de la música actual y de sus letras vacías, Te invito a darte una vuelta por nuestros Andes, por las playas cariocas, por las calles de Londres, por la Viena antigua, por el Bronx de los 70s, abre tus oídos, tu alma, siente ese saxofón, ese cello, ese piano, la estridencia de las guitarras, escucha esas palabras que borbotean del corazón de sus autores, mézclate con las delicias musicales que sólo algunos tenemos la dicha de oír y escuchar. Y pasa la voz.
Conecta con el poder que tiene cada nota musical, en el camino podrás abrazar también ese estado de ánimo que te hace vibrar en la mejor frecuencia.
No puedo imponerte nada, escucha lo que más gustes, pero siempre conecta con la razón original que tiene el arte de las musas para contigo. He ahí la clave.
La Lora Melómana,
perdón, Mojada

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